viernes, 19 de febrero de 2010

3 de febrero: las actas de nacimiento

Mientras esperaba a ser llamada por segunda vez, sonó mi celular. Era mi novio, con la agradable noticia de que en el registro civil al que fue por su acta, no había luz. Pánico y terror. Le digo que vaya al Archivo Estatal, le explico como puedo y le digo que en cuanto me desocupe voy. En cuanto salgo, cruzo la calle y tomo el camión. Antes de llegar con él paso al banco a retirar dinero para hacer el famoso pago de la cita del matrimonio civil. Llego al Archivo Estatal y me lo encuentro en la puerta con un esbozo de cara de terror: su CURP tiene un error y se van a tardar hora y media en darle su acta, cuando normalmente se tardan diez minutos. Pánico y terror. Me dice que con una copia del acta tal vez le den la nueva copia más rápido, así que me doy a la tarea de ir a mi casa por la copia. Rauda y veloz tomo el camión, llego, tomo el acta, hago una parada técnica y vuelvo. Le doy la copia, se pasa a la ventanilla y nada, igual hay que esperar hora y media. Ni modo, aprovechamos el tiempo para ir a desayunar mientras nos quejamos de los millones de requisitos y con la firme esperanza de lograr ese día conseguir nuestra cita para el día 13. Ingenuos.

Volvemos al archivo y como todavía falta un rato, llenamos la presolicitud, también llena de rasgos machistas, como el hecho de que sólo haya un espacio para el domicilio de los padres. Diez minutos antes de que se cumpla la media hora, mi novio va de nuevo a la ventilla y vuelve con dos copias recientes de su acta. Alegría y felicidad.

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