lunes, 7 de junio de 2010

Mi primera cita en el IMSS

Ok, tal vez el título está mal, porque técnicamente no hice cita, simplemente llegamos un viernes a las 8 de la mañana porque me estaba quedando afónica.

Así que llegamos, con la esperanza de que me atendieran ese día. Fuimos con la asistente de la doctora y le di mi tarjetón. Lo primero que hizo fue regañarme, que porque no había hecho cita, con dos o tres días de anticipación mínimo. Perdón, hace dos o tres días no sabía que me iba a enfermar. Total que me recibe le tarjetón y me dice que si para las dos de la tarde no me han atendido, me vaya a urgencias. Ok, eso son seis horas, tomamos asiento y a esperar.

Esperamos una hora y me llama para me mida y me pese. Luego me manda a Medicina preventiva, donde recibo "atención especial", como me dijo la enfermera a cargo (¿si es una enfermera?), casi siempre tienen mucha gente pero ese día no y por eso tengo a las tres personas par atenderme. Viva. Si no fuera porque me hacen esos divertidos análisis, todo hubiera estado muy bien, las tres muy amables y simpáticas. Por lo menos no me vacunaron (¿recuerdan la cartilla de la mujer?).

Salgo, le llevo mi tarjetón a la asistente y me siento a esperar. Mi marido se fue a que le hicieran unos análisis (menos divertidos que los que me hicieron a mí), así que estoy sola. Afortunadamente no tan sola, tengo a Jorge Ibargüengoitia en mi bolsa, con sus crónicas de viaje. Muy bueno.

Veo que le hablan al otro enfermo rebelde que osó ir a la clínica sin cita por no haber programado su enfermedad y entonces tengo un momento de esperanza: todavía no son las once, tal vez logre que me atiendan. Sigo leyendo y regresa mi marido, nos ponemos a platicar.

En menos de 10 minutos sale el enfermo rebelde y se va. Entonces la asistente me llama y paso (después de agradecerle, con una sonrisa en mi boca, cómo no). La doctora se ve amable, le cuento mis penas, me revisa la garganta, me receta mil pastillas, un jarabe y una inyección, me pregunta a qué horas trabajo y si necesito un justificante, la asistente me lo trae (justo a tiempo, porque a las once es su hora oficial para el desayuno) y listo, cita terminada.

Ahora hay que ir a la farmacia por los medicamentos. Me dijo que fuera a urgencias a que me pusieran la inyección, supusimos que primero debíamos ir a la farmacia por la sustancia a inyectar. Allá vamos. Una fila enooorme. Nos formamos. Avanzamos a paso de tortuga, hace calor, no hay sillas desocupadas, hace calor. Mi marido amablemente va a la tienda por una bebida. Regresa. Bebemos. Avanzamos a paso de tortuga. Finalmente llegamos a la ventanilla y nos dicen que la inyección la tienen en urgencias. Viva. Nos dan el resto de los medicamentos y salimos felices.

Llegamos a urgencias, le muestro mi receta, me mandan"allá al fondo". Llego y no es "tan al fondo". Me disculpo, llego con la enfermera indicada, le doy la receta, me pide que me recueste, me empieza a hacer plática y listo, inyección puesta. Salgo caminando y adolorida de la pompa, un poco de la pierna. Parece que sobreviviré.

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