Cuando estaba por salir de la prepa me agobiaba sobre manera la famosa "decisión más importante de mi vida": qué iba a estudiar. Al paso de los años me di cuenta de que ésa era sólo la primera "decisión más importante de mi vida" y luego me di cuenta de que esas decisiones podían ser algo tan simple como irme por una calle diferente a la de todos los días en mi camino de la escuela a la casa.
A veces me doy cuenta de que, como en ese libro de Vicente Leñero, hay muchas vidas que dejé de lado, a veces sin darme cuenta, a veces con conciencia de mis actos. En mis peores días, me martirizo pensando en cómo mi vida habría sido muy maravillosa si hubiera decidido esto o aquello... En mis mejores días me felicito por esas decisiones concientes.
Creo que ahora el punto es darme cuenta de esas decisiones y asumirlas, no importa cómo sea que las haya tomado: asumirlas y seguir por el camino que fluyen, tratar de hacer a un lado mis peores días y ver el lado brillante de las cosas.
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