Compré este libro en la FIL 2017 porque desde que vi la portada me llamó la atención. Estuve posponiendo la lectura porque se me atravesaban otros gustos y ahora que lo tomé, no paré hasta que lo terminé. Eso es una de las cosas desconcertantes de los libros de este autor: son tan amenos/interesantes/emocionantes que quieres seguir leyendo pero no quieres que se te acaben tan pronto.
Al inicio de la historia parece que Chano es un puberto como cualquier otro: rebelde de a gratis, con dudas existenciales y sin ningún plan concreto para el futuro. Sin embargo, conforme avanza la historia, su relación con su abuelo va cambiando y eso le provoca diversos cambios positivos.
En cuanto a Mario Tomassi (el abuelo porque el papá se llama igual) es un hombre cuya vida tomó un giro extraño: tuvo que vender su negocio para pagar deudas y por eso se tuvo que ir a vivir con su hijo. Pasa sus días tocando el oboe. Todo cambia cuando llega el Augusto Urzaeta quien trae recuerdos de su pasado. El viaje que emprenden abuelo y nieto los lleva a varios lugares del mundo para finalmente sorprendernos con el final.
Muy recomendable para quien guste de misterios, de viajes y de relaciones fraternas.
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